El muro del Tenis y el paseo Eduardo Chillida cobijan desde hace un siglo el colector que encauza la regata Konporta, donde los antiguotarras pescaban quisquillas .
Las primeras reparaciones del boquete abierto hace 10 días en el muro de costa de Ondarreta |
El último socavón en el muro del Tenis ha permitido aflorar parte de la historia de este lugar. La oquedad bajo el paseo Eduardo Chillida fue un poderoso imán para las curiosas miradas de los viandantes que han redescubierto el colector que canaliza la regata Konporta (1815) hacia su desembocadura en el Peine del Viento, una zona conocida durante décadas en El Antiguo como 'La Alcantarilla'. Solo hay que echar la vista atrás unas cuantas décadas para comprobar cómo ha cambiado de fisonomía una zona en la que se ubicó la cárcel, un campo de maniobras militares y en cuyas inmediaciones hubo dos canteras.
Hoy los donostiarras se preguntan qué hay bajo sus pies cuando pasean junto a la playa de Ondarreta. El boquete abierto por el último temporal en el muro de costa provocó con el paso de los días el hundimiento de diez metros del paseo Eduardo Chillida, que está siendo urgentemente reparado en últimos días. La fina capa de forjado del paseo no estaba sustentada en el vacío sino sobre un relleno de arena que se disolvió como un azucarillo en cuanto el mar comenzó a entrar por la herida abierta en el muro. La reparación ha subsanado el error de rellenar ese espacio con arena y se ha utilizado roca para evitar a futuro un nuevo hundimiento.
El paseo y el muro tienen 88 años, pero para urbanizar esta zona antes hubo que 'domesticar' y proyectar la canalización de una regata, la del Gorga, que traía sus aguas de Añorga e Igara, cruzaba lo que hoy conocemos como Venta Berri (tanto por la avenida de Zarautz como por Carmelo Etxegarai y Resurrección María de Azkue), y vertía sus aguas aquí. Desde 1675 hay constancia de que el Ayuntamiento hiciera gestiones (enajenó juncales para encauzar la desembocadura de la regata) para controlar el encuentro de este riachuelo con el mar, según se explica en el trabajo que realizó Jon Etxezarreta para la Sociedad de Ciencias Aranzadi sobre el problema de las piedras de Ondarreta. Entre 1760 y 1788 se juntó a la regata del Gorga, la del Gorgatxo o Sanserreka, que bajaba por que conocemos hoy como Pío Baroja, y la que discurría por la hoy Escolta Real, y que desembocaban ambas cerca del Pico del Loro, una zona de grandes dunas y con problemas de estancamiento de aguas.
Pero el caudal de la nueva regata no estaba libre de obstáculos en la zona que hoy conocemos como el Tenis. Allí funcionaban dos canteras de piedra desde siglos atrás, una de ellas la de Arbizketa o Arrobi (bajo la Torre Satrústegui) y la de Arroka Aundi, en la plaza del Funicular. Los desprendimientos de estas canteras (sobre todo de la primera) suponían todo un problema para la desembocadura de la regata ya que provocaba estancamiento de aguas y daba lugar a fenómenos de paludismo entre la población. Así, en 1815 el Ayuntamiento decidió la construcción de un muro de contención en la hoy conocida como avenida Satrústegui para dirigir el cauce sin problemas hacia el mar. La ciudad empezaba a emerger de su incendio y destrucción y miraba hacia el futuro, pero su carácter de plaza fuerte militar condicionaría aún durante décadas sus capacidades. En 1821 se comenzó a construir 'El Pasillo', un dique semisumergido entre Igeldo y la Isla santa Clara (hoy visible con la marea baja), con el objetivo final de convertir la bahía de La Concha en un puerto, después de que la ciudad perdiera el puerto de Pasajes tras la constitución de este núcleo como municipio independiente en 1805. El objetivo de abandonó por el coste y por problemas técnicos dado que la altura del dique tendría que ser muy elevada para proteger no solo del mar sino del viento a los barcos que entonces eran a vela.
Los baños de mar
El 1 de agosto de 1845 la reina Isabel II inauguró los baños de mar en la ciudad y puso la primera piedra hacia lo que sería el desarrollo turístico de San Sebastián. Pero de piedras el municipio andaba sobrado. Hasta 1863 no se empezaron a derribar las murallas, lo que supuso un alivio para la ciudad intramuros (hoy Parte Vieja). Pero las zonas extramuros o periféricas, como Ondarreta, seguirían condicionadas por el factor militar. En 1875 comenzó la construcción en este arenal de un campo de maniobras que exigió levantar un muro de 4,5 metros de altura en línea recta entre el Pico del Loro y las hoy pistas cubiertas del Tenis. Una explanada que en su parte más occidental (jardines y actual rampa de bajada a la playa) albergó a partir de 1888 la cárcel del partido judicial de San Sebastián.
Temporal de 1923
Estas condiciones no eran las mejores para el disfrute de la playa, pero el destino de la ciudad parecía escrito. En 1915 el rey Alfonso XIII inauguró el colector de la regata Konporta que acabaría con los problemas en la desembocadura de este riachuelo. En 1923 un fuerte temporal destrozó el muro que protegía el campo militar de maniobras de Ondarreta. Fue el principio de su final. Los militares desplegaron desde 1926 su labor en los cuarteles de Loyola y en 1925 se construyó el paseo, los jardines de Ondarreta y el muro de costa. El Real Club de Tenis también se había asentado en su actual sede en 1906. La cárcel continuó funcionando hasta 1948 y pese a que tardó seis años en demolerse el trabajo no se completó ya que sus cimientos se quedaron allí, bajo la nueva rampa de bajada a la playa.
Según el trabajo realizado por Aranzadi, hoy aún sufrimos las consecuencias de las antiguas construcciones militares pues las piedras que hoy vemos en la playa de Ondarreta son los restos de todas esas edificaciones (prisión y campo de maniobras). Los antiguotarras y usuarios de esta playa han convivido con la rasa mareal de Ondarreta y con los escombros durante décadas. Vecinos de este barrio comentaron que «aquí se pescaban muxarras, nécoras y cuando se hacía un boquete en el muro entrábamos hasta el colector a pescar quisquillas. Nos inflábamos en 'La Alcantarilla'».
Entre 2005 y 2006 se hizo un gran cribado de la playa para eliminar fundamentalmente los cimientos de la antigua cárcel. Pero los embates del mar han exigido realizar numerosas reparaciones en el muro de costa a lo largo del tiempo, unas actuaciones que «los militares sabían que había que controlar cuanto antes porque si el mar entra por un agujero y destroza todo lo que hay en el interior». En 2009 se descalzó la rampa de bajada a la playa y Costas realizó un refuerzo de su cimentación para resistir el golpeo de las olas. Hace dos años se abrió una última brecha en el muro del Tenis que el gobierno municipal actual reparó con un presupuesto de 25.402 euros. Hace casi tres semanas un nuevo boquete fracturó 'La Alcantarilla'. La tardanza en actuar pudo haber costado una tragedia. Pero esta vez solo se perdieron unas cuantas quisquillas.