La señora del super:
La de la señora que se te acercaba en el super mirándote con cara de
tristeza y te contaba que le recordabas mucho a un hijo suyo que se
había muerto, que si te importaba llamarla mamá. Tu aceptabas y cuando
la señora pasaba por la caja te saludaba con un “¡adiós, hijo!” a lo que tu le contestabas con un “¡adiós, mamá!”
Al ir a pagar la cajera te decía una cantidad astronómica, cuando tú
lo único que habías comprado era una barra de pan y una botella de
leche, pero la cajera te explicaba que “tu madre” le había dicho que tú
pagabas su cuenta. Salías corriendo tras aquella señora, le agarrabas
del bolso y al abrirlo te encontrabas que estaba completamente lleno de
pelo. “¿Pelo?” soltaba aterrorizado la persona a la que se lo estabas contando. “Sí, el pelo que te estoy tomando”.
Jesús Marí: 10/04/2013.