Un perito informático madrileño demuestra la sencillez con la que se pueden manipular los mensajes sin dejar rastro y desaconseja que se usen como pruebas válidas en un juicio.
Javier Rubio, perito informático del Colegio de Ingenieros en Informática de Madrid, ha demostrado con que facilidad se pueden manipular y falsificar los mensajes enviados a través de WhatsApp, y alerta de que no se les debe dar validez como pruebas judiciales, ya que la manipulación "no deja rastro".
En un artículo, Rubio explica que los mensajes de WhatsApp recibidos pueden ser manipulados de forma relativamente sencilla y sin dejar ningún rastro, "alterando directamente la base de datos en la que se almacenan" dentro del smartphone.
Rubio indica que no se trata de nada excesivamente complicado, ya que mientras la base de WhatsApp esta cifrada simétricamente (misma clave para cifrarla y descifrarla), la base de datos original (la que se encuentra en uno de los directorios de la aplicación dentro de nuestro teléfono) carece de cifrado, por lo que bastaría con cambiar la configuración de nuestro smartphone al modo 'súper usuario', que nos permite ver esos directorios y cambiarlos una vez dentro.
"Los mensajes alterados pueden pasar perfectamente por auténticos y, ni siquiera un examen forense realizado por un perito informático, podría certificar que no han sufrido manipulación. La posibilidad de que los mensajes puedan ser manipulados de forma tan sencilla, genera una inseguridad muy alta cuando se presentan mensajes intercambiados mediante esta aplicación como prueba en procedimientos judiciales", explica Rubio.
Ante la fragilidad de la seguridad de esta aplicación, Rubio indicó que los mensajes emitidos por WhatsApp no deberían ser admitidos como pruebas fiables en un proceso judicial, algo cada vez más habitual, como en el caso de la muerte de Asunta, la niña de origen chino que apareció sin vida en una localidad cercana a Santiago en 2013 y que, presuntamente, envió un WhatsApp a una amiga diciendo que la habían intentado matar.